Propietaria de un gallo multada por ruido en una zona rural de Columbia Británica, recurre la infracción
Ante el tribunal provincial de Victoria, Columbia Británica, Canadá, Ashleigh Roslinsky está recurriendo una de las dos multas que el año pasado se le levantaron por los ruidos que su gallo Orión hace, infringiendo el nivel de decibles permitido en el reglamento del distrito Regional de la Capital.
Ashleigh Roslinsky reside en Salt Spring Island, una de las islas del sur del golfo, un archipiélago de islas costeras localizado en el estrecho de Georgia, entre la isla de Vancouver y la costa pacífica de Columbia Británica.
Se trata de una localidad de unos 11,000 habitantes que, aunque está en una zona rural en la que se pueden realizar actividades agrícolas, en materia de ruido está regulada por el reglamento del distrito Regional de la Capital, un distrito administrativo del gobierno local que abarca el extremo sur de la isla de Vancouver y las islas del sur del golfo.
Este reglamento en materia de ruido, aunque no es específico del sonido que los animales hagan, como los gallos, establece una prohibición general de ruidos o sonidos que tiendan a "perturbar la tranquilidad, la paz, el descanso, el disfrute, la comodidad o la conveniencia del vecindario".
El reglamento tiene prevista una excepción respecto del "ruido asociado con operaciones agrícolas legítimas".
Para evitar que los poseedores de gallos, como Ashleigh Roslinsky, invoquen esta excepción frente a la autoridad administrativa del distrito, los vecinos de la zona presentaron tres quejas en contra de tres propietarios de gallos, una de ellas Ashleigh Roslinsky, ante la Junta de Revisión de la Industria Agrícola.
Las quejas fueron desechadas porque la ley bajo la que están regulados, la Ley de Protección de Prácticas Agrícolas, regula los negocios agrícolas y las operaciones agrícolas y las actividades de Roslinsky y los otros dos propietarios no pertenecen a ninguna de estas categorías. El presidente de la Junta, Peter Donkers, describe las actividades agrícolas de Roslinsky más como "un pasatiempo o preferencia de estilo de vida".
Los vecinos que se han quejado del ruido que hacen los gallos declaran que el ruido empieza a las cuatro de la mañana, lo que ha evitado que tengan noches de sueño reparador. “No somos gente NIMBY, solo personas que esperan algún día dormir toda la noche sin interrupción a las 4 a.m.”, se lee en una de las quejas presentadas ante la Junta.
NIMBY es el acrónimo de Not In My Back Yard, y que se refiere a los habitantes de zonas que se oponen a diferentes construcciones como carreteras, hospicios, prisiones, etcétera, por las molestias que se les podría ocasionar.
Las autoridades administrativas declaran que antes de levantar una infracción por ruido, procuran que se realicen actividades de mitigación y que la multa se impone solamente como último recurso.
"Es frustrante porque es algo que parece no acabar", declara Ashleigh Roslinsky sobre el recurso ante el tribunal que pretende que en el reglamento se reconsidere el sonido de los animales de granja. "Simplemente, va a seguir yendo a la corte. No solo es una pérdida de tiempo en este momento. Es una pérdida de miles de dólares del dinero de los contribuyentes porque ahora tengo que ir a un juez".
En apoyo de Orión y los demás gallos de la localidad ya se inició una petición para que el reglamento en materia de ruido cambie y no ataque el cacareo de los gallos.
Un caso semejante se presentó en Francia respecto del gallo Mauricio. Se trató también de una situación que atrajo mucha atención y en la que terminó prevaleciendo el derecho de Mauricio de cantar en la zona rural en la que vive.
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