Un barman de la ciudad francesa de Clermont-Ferrand fue sentenciado a cuatro meses de prisión suspendida y a la inhabilitación por un año para trabajar en bares, después de que fuera encontrado culpable del homicidio imprudencial de un hombre que bebió 56 caballitos o shots de alcohol durante un concurso.
Los lamentables hechos ocurrieron en octubre de 2014 cuando Renaud Prudhomme, de 56 años de edad, rompió el récord del bar Starter al beber 56 caballitos de alcohol, servidos por el hoy sentenciado, Gilles Crepin, de 47 años.
Tras la “proeza”, la hija de Prudhomme y algunos amigos lo ayudaron a salir del bar y a llegar a su caso debido a su notorio estado de ebriedad, pero tuvieron que llamar a los servicios de emergencia por el alto grado de intoxicación. Así, Renaud Prudhomme falleció al día siguiente.
Durante el juicio Gilles Crepin aceptó haber cometido un error al haber incitado al hombre a seguir bebiendo publicitando el número de vasos de alcohol que ingería, pero su abogado, Renaud Portejoie, negó que su representado haya tenido responsabilidad aduciendo que había sido la hija de prudhomme quien lo había incitado a seguir bebiendo, y que él mismo había sido responsable al beber en tal cantidad pese a sus condiciones preexistentes de problemas respiratorios y de alcoholismo.
“No podemos pedir a cada cliente que compra alcohol que presente su certificado de salud”, dijo el abogado Portejoie.
Sin embargo el tribunal francés consideró que Crepin sí había tenido responsabilidad en la muerte de Prudhomme y por tal motivo impuso pena de prisión suspendida y le prohibió trabajar en bares por un año.
Son diferentes legislaciones las que empiezan a sancionar más fuertemente a vendedores de bebidas alcohólicas cuando venden el producto a personas en evidente estado de ebriedad. Así, en Nueva Zelanda un tribunal ordenó la suspensión de la licencia a un supermercado para vender bebidas alcohólicas durante nueve días y la suspensión de la licencia por 30 días al gerente de la sucursal del supermercado que vendió un paquete de seis cervezas a un hombre que entró a la tienda en ostensible estado de ebriedad. En este caso las acciones no se convirtieron en delito porque afortunadamente ni el hombre sufrió lesiones ni con sus actos lesionó a terceras personas.
Más información Theguardian.com
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