William Henry McCarty, Jr, alias Henry Antrim y William H. Bonney, mejor conocido como Billy The Kid, fue un bandolero del Viejo Oeste norteamericano, que casi ciento treinta años después de su muerte podría recibir un perdón por parte del Gobernador de Nuevo México, Estados Unidos, Bill Richardson.
El gobernador Richardson busca hacer efectivo un perdón que otorgó el General Lew Wallace a Billy The Kid en 1878 por su testimonio ante el gran jurado sobre un incidente conocido como la “Guerra del Condado Lincoln”.
Este conflicto se presentó entre dos facciones, los Murphy-Dolan y los Tunstall-McSween, que peleaban por un territorio comercial. The Kid se asoció con la facción de Tunstall-McSween.
El líder de esa facción, John Tunstall, fue asesinado con lo que inició una guerra entre los dos grupos, con una serie de asesinatos por venganza entre ambas partes. En uno de esos incidentes The Kid participó en el homicidio del Sheriff James Brady, con lo que se convirtió en un fugitivo por homicidio.
En un esfuerzo por pacificar el condado Lincoln, el Gobernador Wallace ofreció un amnistía a todos los que había participado en el conflicto, siempre y cuando no contara con una acusación en su contra. The Kid no entraba en el supuesto al ser acusado de homicidio, por lo que solicitó inmunidad al gobernador a cambio de testificar ante el gran jurado.
El gobernado aceptó, con la condición de que Billy se entregara, pasara una corta temporada en la cárcel y rindiera su declaración. Aunque el testimonio contribuyó a encarcelar a los miembros del grupo Murphy-Dolan, el fiscal de distrito desobedeció la orden de Wallace para liberar a The Kid después de su testimonio, por lo que esté huyó.
En esa huída, se le acusó de otro homicidio además de diversos delitos, los que el siempre negó.
Finalmente, “Billy The Kid” fue emboscado y asesinado por el sheriff Pat Garret, quién convirtió en leyenda al delincuente, cuando publicó biografía sensacionalista titulada “La auténtica vida de Billy the Kid”.
Este es otro curioso caso de perdón a un muerto, como el que recientemente se otorgó a Jim Morrison en Florida.
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