El Congreso del Estado de Jalisco aprobó reformas y adiciones al Código Penal, para que se imponga pena de prisión a quienes ejerzan la violencia y crueldad contra los animales causando su muerte. Así, se adiciona un Capítulo Único al citado ordenamiento denominado “Crueldad contra los Animales”, que establece una pena de seis meses y hasta tres años de prisión a quien le provoque la muerte a un animal, más otra mitad cuando se ocasione un grave sufrimiento al provocar su fallecimiento no inmediato, prolongando la agonía.
La reforma también prevé crear en la Fiscalía General del Estado, una Unidad Especializada de Protección Animal, la cual estará integrada por personal capacitado en las materias de medicina veterinaria, biología o carreras afines, que deberá vigilar y prevenir los delitos derivados de actos de violencia contra los animales e intervenir en los casos de delitos de violencia y crueldad contra los animales, y, en su caso, poner a disposición de las autoridades municipales, estatales o federales los animales maltratados para su resguardo conforme a las disposiciones legales aplicables.
Algunos piensan que sancionar penalmente esta conducta es un exceso, ya que consideran que se trata de un problema cultural o de educación, sin embargo, existen estudios que demuestran que la crueldad con los animales se traduce en una ausencia de empatía que puede convertirse en delitos graves contra otras personas, al considerarse un factor criminógeno para cometer otros delitos contra la integridad corporal, sexual y la vida.
Un estudio arrojó que el 71% de los abusadores, el 56% de los delincuentes violentos y el 46% de los homicidas sexuales, habían maltratado en su infancia a animales.
De acuerdo con cifras del Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos, 87% los asesinos seriales, presentan antecedentes a temprana edad de maltrato hacia los animales. Sin embargo estas conductas fueron toleradas o no denunciadas con el argumento de que se trataba de “simples animales”.
La crueldad hacia los animales se identifica como una de las tres conductas características de la sociopatía, conocidas como la “Triada homicida”, la “Triada de Macdonald” (en inglés The Threat to Kill). Las dos restantes son la piromanía y la enuresis. Al menos dos de estas conductas se han encontrado en asesinos seriales.
Asimismo, en estudios realizados en albergues para mujeres maltratadas en Ontario, Canadá se ha encontrado que el victimario tiene antecedentes de maltratar a los animales. De 111 mujeres encuestadas que tenían mascotas en su casa, el 44% de ellas dijo que su pareja había abusado o matado a una o más de sus mascotas, mientras que el 42% de estas mujeres reconoció que su pareja había amenazado con lastimar o matar a la mascota de la familia y el 16% reconoció que otro miembro de la familia había abusado o matado a alguna de las mascotas.
En otro estudio realizado en Cataluña por un equipo encabezado por los doctores Ángel Cuquerella, médico forense y Frank Ascione, psicólogo y uno de los mayores expertos mundiales en maltrato a los animales, encontraron en una muestra de 24 sujetos acusados o condenados por delitos graves o en fase de cumplimiento de sentencia por homicidio, asesinato o asesinato en grado de tentativa, la tríada enuresis-piromanía-crueldad con animales en un 23,5% de la muestra, con tríada incompleta en un 65%. En un 41,7% de la muestra encontraron la crueldad hacia los animales como elemento aislado.
También otros estudios criminológicos demuestran que el maltrato a los animales generan un patrón de crueldad y de falta de empatía o remordimiento, que se manifiesta por medio de la indiferencia y la justificación por haber lastimado a otros seres, para finalmente pasar de los animales a las personas, en lo que se conoce como Trastorno Disocial de la Personalidad, antecedente del Trastorno Antisocial de la Personalidad en la vida adulta.
Como podemos ver, no se trata de un problema menor, por ello el resto de las entidades de la República deberían considerar aplicar sanciones penales a estas conductas, pero adicionalmente se deben de incluir las evaluaciones psicológicas y el tratamiento psiquiátrico como parte de la sanción que reciba el responsable de matar a un animal, para evitar que estas conductas se conviertan en un riesgo mayor para la sociedad.
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