El diario Excelsior reportó dos incidentes distanciados uno del otro, pero que reflejan una problemática real que vive el país, esto es, el desorden generalizado en las cuestiones de seguridad.
En la Ciudad de México dos patrulleros acudieron, una hora después de haberse realizado el llamado de emergencia, a atender la queja de unos vecinos sobre tres hombres que estaban bebiendo y escandalizando en la calle. Los policías, sin embargo, fueron incapaces de llevar a estas personas al orden y, por el contrario, tiuvieron un enfrentamiento con ellos e, inclusive, fueron amenazados con un machete por lo que la presión los obligó a hacer tiros al aire.
El asunto no terminó ahí ya que cuando estas tres personas fueron llevadas ante el juez calificador, sus familiares se presentaronn en el juzgado y continuaron escandalizando, amenazando a los policías y arrojando objetos, todo esto fuera de control, hasta que finalmente también fueron detenidos.
En el otro caso, tres personas fueron detenidas en posesión de 27 vejigas natatorias de tortugas Totoaba que en el mercado negro pueden llegar a alcanzar un valor de hasta un millón de pesos. Pero al igual que la CDMX, los familiares se organizaron y formaron una protesta de aproximadamente 60 personas, quienes agredieron a la Gendarmería Ambiental para finalmente conseguir la liberación de los tres detenidos.
En los dos casos se aprecia una falta de capacitación de los agentes de seguridad para enfrentar este tipo de situaciones, pero también una total falta de respeto de la ciudadanía hacía la autoridad, pasando a victimizarse y exigir derechos cuando a todas luces se está violando la ley.
En entrevista para el diario La Nueva de Bahía Blanca, Argentina, la socióloga y docente universitaria Estela Pérez señala que "La reacción de la post-modernidad es cuestionar cualquier lineamiento universal, desde las leyes que todos conocemos hasta la ciencia o el concepto de progreso.
“Para muchos ciudadanos la ley se percibe como algo ajeno, no se responde a las reglas de convivencia. Por eso la autoridad se ve anulada y los servidores públicos como el policía o un inspector de tránsito quedan desdibujados", analiza la socióloga.
“Cuando la figura de una autoridad se pierde, el sujeto intenta ser contenido por cuestiones que van fuera de toda racionalidad, por eso surgen nuevas religiones y un retorno a las corrientes fundamentalistas o extremas. Esto puede ser algo peligroso", asegura Pérez.
Esta crisis de autoridad se presenta no sólo en México o en Argentina, sino también en Chile, España y Francia. Pero a nuestro caso hay que adicionarle un ingrediente más: aquellos que están obligados a imponer la ley han optado por negociarla.
Esto sucede desde la década de los ochenta, quizá por el trauma del 68, en la que el gobierno optó por lo que en los medios se conoció como concertacesiones, esto es, “negociando” y concediendo todo tipo de prebendas a los grupos que protestaban, sin importar si estas protestas eran violentas.
Así, al arraigarse en la sociedad una cultura del “no pasa nada” la violencia en las protestas ha ido en aumento, situación que ha permeado en el resto de la sociedad que percibie esas negociaciones como debilidad.
Pero también es muestra del desprecio a las autoridades que están en contacto directo con la sociedad como las policías, bomberos y los servicios de emergencia que, en general, no cuentan con la capacitación adecuada para servir y, mucho menos, con un salario digno.
Finalmente, el último ingrediente en esta fórmula es la irresponsabilidad de los gobiernos municipales que en su mayoría han optado por no sancionar las violaciones a los reglamentos de policía y buen gobierno, primer frente en contra de las conductas que afectan y molestan a la mayoría de la ciudadanía, adoptando un modelo de seguridad que sólo responde a los grandes problemas delincuenciales y no a los delitos y faltas menores que dañan a la ciudadanía y que son una excelente herramienta de prevención de delitos mayores.
Mientras sigamos con un modelo de seguridad ciudadana visto de arriba hacia abajo no encontraremos la paz que tantos anhelamos.
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