Gobierno de provincia de Países Bajos prohíbe el riego de campos de cultivos en horas del día por los bajos niveles de agua
La crisis del agua en Países Bajos podría agudizar aún más la crisis del campo con las protestas de ganaderos y agricultores por la decisión del gobierno de establecer límites más estrictos a las emisiones de óxido de nitrógeno y amoníaco en el campo.
Por las altas temperaturas que están viviendo este verano en el país europeo, que están llegando a los 30 °C, se está viviendo una sequía importante que ha llevado al gobierno a prohibir a los granjeros a rociar sus cultivos entre las 7 de la mañana y las 7 de la tarde usando agua de lagos y presas en la provincia de Brabante en el occidente del país. Se establecieron como excepciones el riego de cultivos de frutas y dar de beber a los animales.
Las autoridades declararon que la “en extremo inusual medida” ha tenido que ser tomada porque “simplemente no hay suficiente agua” y si se permite que caigan mucho los niveles de agua, puede dañar los diques y las riberas de los ríos, matar la vida silvestre y estimular el crecimiento de algas venenosas.
Esta falta de agua parece que no afectará, al menos en el corto plazo, el agua disponible para consumo humano, como lo han informado las diez empresas que administran el agua potable en el país, aunque no descartan que si no llueve pronto, este panorama podría cambiar en septiembre.
La semana pasada, el gobierno declaró que oficialmente tienen una escasez de agua, por lo que el ministro de infraestructura, Mark Harbers, pidió a la gente que "lo pensara dos veces antes de lavar su automóvil o llenar completamente sus piscinas inflables".
Esta crisis de agua es una manifestación del cambio de clima que se está viviendo y que está afectando gravemente a Europa, donde se están alcanzando inusuales altas temperaturas. Para tratar de contrarrestar el cambio de clima, el Parlamento neerlandés ha estado adoptando diversas medidas para reducir emisiones de gases efecto invernadero. Una de las medidas más recientes afecta directamente a granjeros, pues se ha propuesto reducir en un 50 por ciento para 2030 las emisiones de óxido de nitrógeno y amoníaco.
El gobierno ha publicado un mapa con objetivos de reducción de emisiones en todo el país en función de la proximidad a las áreas designadas como parte de la red Natura 2000 de la Unión Europea de hábitats de plantas y animales vulnerables y en peligro de extinción.
En su sitio web, la Comisión Europea señala que la conservación y el uso sostenible de las áreas Natura 2000 “se centran en gran medida en que las personas trabajen con la naturaleza y no en su contra. Sin embargo, los Estados miembros deben garantizar que los sitios se gestionen de manera sostenible, tanto desde el punto de vista ecológico como económico”.
El ganado produce amoníaco en su orina y heces. El problema se agrava en los Países Bajos por sus prácticas agrícolas intensivas, con un gran número de cabezas de ganado en pequeñas áreas de tierra. Esta situación ha sido hecha notar en el pasado con la petición del gobierno a los ganaderos para que alimenten a sus animales con alimentos que contengan menos proteínas como una forma de reducir las emisiones de amoníaco.
En Países Bajos, los granjeros se quejan de que su gobierno es el único que está tomando medidas drásticas que los afectan, a diferencia de lo que sucede en otros estados miembros de la Unión Europea.
“El mensaje honesto... es que no todos los granjeros pueden continuar con su negocio”, explicó en un comunicado el gobierno sobre la propuesta, lo que ha llevado a varias protestas de granjeros que han saturado las carreteras conduciendo a baja velocidad sus tractores y han llegado a varias ciudades para manifestarse. Además, han estado arrojando pacas de heno en las carreteras y madera, lo que, a su vez, ha llevado a las autoridades a detener a manifestantes por ensuciar las vías de comunicación.
Hay quienes han comparado la crisis que está viviendo el campo neerlandés con la crisis en Sri Lanka, señalando que no es prudente hacer ciertas prohibiciones o imponer limitaciones en el campo porque eso puede llevar a la falta de alimentos que, a su vez, lleva a revueltas sociales. Sin embargo, estas opiniones parecen concluir que no hay alternativas posibles y que las emisiones deben ser permitidas en el campo, pese a que ello lleve a que las temperaturas sigan elevándose, las sequías sean más frecuentes y, finalmente, por una razón u otra, los cultivos y la ganadería se vean afectadas. Y en esta ecuación no estamos tomando en cuenta la crisis de agua para consumo humano que miles de millones de personas viven desde hace años, una cantidad que va en aumento.
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