Bandera de México

 

Llega el 15 de septiembre por la noche: fuegos artificiales, gritos de “vivas” a México, mexicanos “disfrazados de mexicanos”, tacos y tequila, y mucho orgullo patrio.

 

Y por una noche todos somos hermanos, todos somos una nación que grita junta, que celebra junta, que ríe junta. Al menos unos minutos, mientras dura la arenga de las autoridades que todos respondemos al unísono y suena en todos los radios y televisores del territorio nacional el hermosísimo himno nacional. Y chinchin el que no lo cante.

 

Pasados los minutos de amor fraterno y de unión patriota, volvemos a nuestros asuntos, a querer llegar primero a la fiesta y no respetar al del automóvil de al lado, a ser el alma de la pachanga, alcoholizarnos y manejar en estado de ebriedad viendo como evitar el “alcoholímetro” (o agradeciendo vivir en una ciudad donde tránsito brilla por su ausencia), a echar el coche encima a las “marías” ignorantes que pretenden cruzar la calle cuando vamos pasando, a comprar cuetes en el mercado aunque horas antes se haya anunciado que están prohibidos. En fin a querer creer que las cosas en México no funcionan por el maldito gobierno, los políticos, los ignorantes y los nacos (y narcos), pero que no llevamos ninguna responsabilidad cuando faltamos el respeto a los vecinos y a los transeúntes, cuando hacemos de todo para no cumplir los reglamentos y leyes, cuando embarramos con unos billetes las manos del policía o funcionario de gobierno o cuando enseñamos a nuestros hijos con todas estas acciones que en este país, el que no tranza no avanza y que si quieres ser alguien en la vida es mejor pedir perdón que pedir permiso.

 

 

Si bien es cierto que las autoridades en muchos lugares han hecho su mejor esfuerzo por no hacer nada y obligarnos a vivir casi en una anarquía con leyes que existen en el papel pero que nadie sanciona, también es cierto que llevamos parte de responsabilidad en ello, por no exigir, por no cumplir y por participar sin pudor de esta corrupción que ya no esconde la cara sino que se esfuerza por salir en la foto.

 

Mexicanos, la patria la hacemos y deshacemos todos, todos los días y con cada falta de respeto a una norma por insignificante que sea como tirar basura en la calle, estamos dando un paso para atrás en nuestro desarrollo y por cada falta de respeto a la persona de al lado estamos permitiendo que nos falten al respeto y a la dignidad, y por cada vez que no denunciamos, que no exigimos, que no cumplimos, estamos dejando que a México se lo trague el hampa y la violencia.

 

Amar a México no es gritar cada 15 de septiembre que viva. Amar a México es tratar a los demás como queremos ser tratados nosotros y cuidar así de construir una sociedad ordenada y respetuosa que en lugar de ir caminado hacia atrás en la barbarie, camine junta por el estado de derecho hacia el sueño que cada uno tiene de lo que debe ser vivir en México.

 

B.

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