Hombre gritando, señalando con el dedo

Los resultados de las recientes jornadas electorales en varios países son preocupantes; por supuesto, preocupantes para quienes nos oponemos al discurso de exclusión e intolerancia hacia lo “diferente” o lo que no conforma la norma.

Las selecciones que se están haciendo en las urnas, me lleva a cuestionar qué está pasando para que mucha gente prefiera entregar derechos y libertades elementales a cambio de lo que perciben como seguridad, negando la posibilidad a los demás de ser quienes son, negando su existencia misma. (“¿Cómo que el novio de mi mamá? Eso no es posible”, recuerdo que dijo una maestra en una universidad de ideología católica).

Siendo Trump presidente en los Estados Unidos, escuché la entrevista a un hombre joven, sumido en la pobreza, en la que dijo que había votado por él porque se oponía al aborto, aun sabiendo que en lo personal le iba a afectar porque recortaría varios subsidios. ¿Por qué entregó su seguridad alimentaria, su supervivencia, a cambio de una idea que no le afecta directamente? No sé, quizá el tema del cielo y el infierno tenga que ver en su decisión.

La historia podría repetirse en el país vecino y ya escuchamos a Ron DeSantis, candidato a la presidencia por el partido republicano, diciendo que va a “acabar” con la izquierda y que va a “imponer su voluntad (conservadora) en Washington D.C.”. ¿Imponer? ¿Acabar? Entendamos claramente, más censura, más represión y más ataques, esto en el que llaman “el país de las libertades”. (Más, porque ya hay censura, represión y ataques).

El escenario mundial es complicado. Estamos tan polarizados y divididos que el discurso intolerante es de todos lados, no es un mal exclusivo de los grupos de extrema derecha. En Alemania, este miércoles sentenciaron a prisión a cuatro personas identificadas con la izquierda por atacar a golpes a personas que identificaron como neo-nazis. En este grupo de víctimas, aunque algunos manifestaron no ser de extrema derecha, hay un experto en artes marciales que se reconoce como neo-nazi y que está, a su vez, esperando el proceso en su contra por agresión a opositores. Todos golpeamos, todos insultamos, todos defendemos una ideología desde el banquito de la certeza y la superioridad.

El otro día leí en una red social el mensaje de un conocido, haciendo el airado llamado a hacer algo en contra de lo que percibe como un ataque a su modo de vida. “Ya lo he dicho en muchas ocasiones”, escribió, citando a algún estadista de antaño, como si esas frases encerraran verdades absolutas porque las dijo alguien importante hace unos años. Su llamado es a defender lo que le parece que es lo justo, mientras otros, yo por ejemplo, podemos interpretar el llamado para defender algo más, como la libertad de las personas de existir y tomar su lugar en el mundo, sin importar si vienen de Honduras, si su color de piel es más oscuro, su sexo o si aman de forma diferente. ¿Lo resolvemos a golpes?

Creo que estamos equivocando la estrategia. Para contrarrestar la violencia que hay en la extrema derecha y que está permeando a la sociedad, necesitamos convencer mediante la empatía y la negociación, y para ello necesitamos saber escuchar, estar abiertos a otros puntos de vista, aprender a ceder en lo que no es trascendente y a exponer ideas sin ejercer más violencia, sin enojo. Nadie tiene la verdad absoluta porque no hay una sola verdad, solamente diferentes puntos de vista. Al final, creo que lo que todos queremos en sentirnos seguros y poder vivir la mejor vida que podamos, y para eso necesitamos empezar por reconocernos unos a otros como seres con el derecho de estar parados en este planeta y respirar (animales incluidos).

Ya sé, es una opinión ingenua.

miabogadoenlinea.net

Se permite la reproducción total o parcial, citando y vinculando a miabogadoenlinea.net

Pin It