Escusado, retreto, inodoro

 

La falta de baños públicos, administrados por gobiernos o por privados, es un problema importante al que todos nos enfrentamos

Cada 19 de noviembre se celebra el Día Internacional del Retrete (escusado, inodoro), un día que nació a instancias de Jack Sims, un empresario de Singapur, para llamar la atención del mundo, no hacia los escusados, sino hacia la falta de ellos.

Cuando en 2008 empecé con el proyecto de miabogadoenlinea.net, leyendo y documentándome sobre una diversidad de temas, entre ellos, este, me di cuenta de que yo era una de esas personas que da por sentado que todos tenemos acceso a instalaciones sanitarias adecuadas porque orinar y “evacuar el vientre” (como se lee en el diccionario de la RAE) es una necesidad, no una opción.

La realidad es que tan solo en nuestro continente, según datos de 2019 de la Organización Panamericana de la Salud, OPS, 15.6 millones de personas tienen que defecar al aire libre porque no cuentan con estas instalaciones en sus casas. Las consecuencias de esto son obvias en materia de salud y, quizá, por eso, preferimos cerrar los ojos al tema y no pensar demasiado en lo que estamos respirando mezclado con la gasolina quemada.

El derecho de “ir al baño” (de tener las instalaciones donde hacerlo), trasciende de los millones de personas que carecen de estas instalaciones en sus casas, porque siempre, en algún momento, nos ha alcanzado a todos.

En nuestro país, según cifras del INEGI, en 2018 había registrados 1,899,812 establecimientos dedicados al sector servicios. De esta cifra, el 11 por ciento son salones de belleza, baños públicos y bolerías. Salones de belleza encontramos en cada esquina, lo que significa que la cifra de los baños públicos es mucho menor que eso. (Nota al margen: ¿Qué son las “bolerías”? Lo busqué en el diccionario de la RAE y no lo encontré; lo pregunté al INEGI vía Twitter y no obtuve respuesta).

De los pocos baños públicos que existen, ¿cuántos están limpios? Probablemente también tengas el estómago revuelto con solo pensar en muchos baños públicos en nuestro país en los que la palabra “inodoro” carece de significado.

Para las mamás y papás con pequeños que están aprendiendo a controlar esfínteres, la falta de estas instalaciones es un problema grave. Lo mismo para quienes conducen taxis cuando necesitan un baño y no están cerca de una gasolinería, dónde es posible encontrar las instalaciones limpias y abiertas al público general. Pensemos también en quienes venden alimentos en la calle o en quienes están construyendo la casa de al lado y no les han instalado un baño móvil de renta.

Lo interesante del asunto es que los gobiernos municipales (alcaldías de la CDMX incluidas) no están cumpliendo su obligación de prestar el servicio de baños públicos limpios y dignos, pero es falta administrativa orinar o defecar al aire libre.

Como lo expliqué cuando escribí algunas reflexiones sobre el derecho a dormir, actos tan naturales y necesarios en la vida no tienen que ser vistos como “derechos”, porque no tendrían que ser reconocidos para ser protegidos, pero la realidad es que los estamos negando y nos los están negando.

Si dormir nos parece un tema que por pudor no se ventila en público, ir al baño menos. Quizá porque no lo discutimos abiertamente, por eso no existen tantos baños públicos como son necesarios y todos, en algún momento, nos hemos visto en la necesidad de entrar a un restaurante a tomar un refresco o un café, solamente para tener acceso al baño. Un precio a pagar para poder satisfacer una necesidad fisiológica.

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