Representación de Internet

 

Casi 60 países han firmado una declaración para mantener Internet abierto y seguro, pero se trata de un documento no vinculante

Hasta el momento, 59 países han firmado la Declaración del Futuro de Internet, un documento no vinculante que promete un Internet “abierto, gratuito, global, interoperable, fiable y seguro”.

Desde la Casa Blanca, en Washington D.C., se dio a conocer este documento y que el gobierno de los Estados Unidos lo ha firmado, probablemente porque es un documento no vinculante, es decir, que no genera ninguna obligación legal, y que en este momento parecería ser un abierto desafío a Rusia y China, como si el gobierno estadunidense no tuviera pecados que ocultar, como el masivo espionaje de la Agencia Nacional de Inteligencia hace, como lo develó Edward Snowden.

El documento que desde la Casa Blanca se anuncia, dispone que los firmantes “tienen la intención de trabajar hacia un entorno que refuerce nuestros sistemas democráticos y promueva la participación activa de todos los ciudadanos en los procesos democráticos, asegure y proteja la privacidad de las personas, mantenga una conectividad segura y confiable, resista los esfuerzos para fragmentar el Internet global y promueva una economía mundial libre y competitiva.”

Los principios que este documento promueve son proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales; Internet global; acceso inclusivo y asequible; confianza en el ecosistema digital; y, la gobernanza de Internet de múltiples partes interesadas.

Plantea promesas de combate conjunto a los ciberdelitos, disuadiendo la cibernética maliciosa; la garantía “de que el acceso del gobierno y las autoridades pertinentes a los datos personales se base en la ley y se realice de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos”; que se abstengan “de bloquear o degradar el acceso a contenidos, servicios y aplicaciones lícitas en Internet, consistente con los principios de neutralidad de la red sujeto a la ley aplicable, incluyendo derechos humanos internacionales” (Trump lo sugirió hacer en 2015); y, “abstenerse de hacer un uso indebido o abusar de Internet o de herramientas o técnicas algorítmicas para la vigilancia, la opresión y la represión ilegales que no se alineen con los principios internacionales de derechos humanos, incluido el desarrollo de tarjetas de puntuación social u otros mecanismos de control social nacional o detención y arresto previos al delito”, esto último en referencia al sistema del gobierno de China de créditos sociales.

Lleno de buenas intenciones, el documento no ha sido firmado ni por China ni por Rusia, y tampoco por la India o Brasil, que son el segundo y quinto países con más usuarios de Internet.

Con las teorías conspirativas de que China está usando la pandemia y el cierre del puerto de Shanghái para presionar a Occidente a la aceptación de sus tecnologías y la reciente adquisición de Twitter por Elon Musk que promete un paraíso para la libre expresión, este documento parece ser más una declaración política de los Estados Unidos que una verdadera carta compromiso de respeto de los derechos humanos y de la protección a los usuarios de Internet.

En la década pasada, frente a las tentativas de varios gobiernos, entre ellos el de Estados Unidos, de regular más estrechamente la red e incluso, con el llamado a establecer reglas que "garanticen una rentabilidad adecuada de las inversiones en infraestructuras de banda ancha", y que a "las empresas operadoras" se les permitiera "negociar acuerdos comerciales para lograr un sistema sustentable de compensación justa por los servicios de telecomunicaciones", el llamado era a un “Internet libre”.

Con el paso de los años, se ha visto que regular Internet es una necesidad para proteger no solo los derechos humanos de las personas y los derechos patrimoniales de los creadores de contenidos, entre otros. Es así como unos países más que otros, han establecido detalladas regulaciones también en materia de competencia económica, como lo está haciendo la Unión Europea, lo que ha generado el enfado de las grandes empresas de tecnología.

Muchos de los usuarios estamos de acuerdo en que estas regulaciones se hacen necesarias, por ejemplo, respecto de uno de los principios del documento de “proteger la privacidad de las personas, sus datos personales, la confidencialidad de las comunicaciones electrónicas y la información en los dispositivos electrónicos de los usuarios finales, de conformidad con la protección de la seguridad pública y las leyes nacionales e internacionales aplicables.” Se trata de una protección que en Estados Unidos no se ha podido (o querido) conceder a los usuarios al no regular a las grandes empresas como Facebook, ahora Meta, Google o Twitter, que basan sus modelos de negocios en la venta de datos personales.

La Declaración del Futuro de Internet es, como muchos documentos internacionales, una carta de buenas intenciones, a las que los gobiernos, si son serios sobre el tema, deberían comprometerse mediante leyes internas. Estas declaraciones sin sustento en obligaciones legales hace más fácil que en el futuro el Internet sea bloqueado, limitado, manipulado y segmentado, incluso en países que se jactan de desarrollados y democráticos, por nuevos líderes, o por multimillonarios que desarrollan o compran sistemas que millones usan como medios de comunicación.

Más información nytimes.com /gizmodo.com

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