Urna electoral

 

La revocación de mandato no necesariamente sigue la voluntad de la mayoría como se aprecia en el proceso en California

La revocación de mandato es una figura novedosa en México, no así en otros sistemas electorales del mundo. Perú la introdujo en su Constitución desde 1993 y es uno de los países en donde mayor número de veces se ha ejercido, de tal forma que entre 1997 y 2013, 5,304 autoridades pasaron por consulta de revocación. En 2015 la Constitución fue modificada para establecer requisitos más estrictos de aplicación.

La revocación de mandato en el Perú, sin embargo, no aplica para los presidentes ya que se limita a alcaldes y presidentes, vicepresidentes y consejeros regionales. En América Latina Venezuela, Ecuador, Bolivia y, ahora, México son los países que contemplan esta figura respecto del o la presidente.

Mucho se ha cuestionado de si esta figura es en verdad democrática o no. Este debate se está sosteniendo de momento en California, estado en que se está desarrollando el proceso de revocación de mandato, recall, respecto del gobernador Gavin Newsom que asumió el cargo en enero de 2019.

El proceso en contra del gobernador Newsom se presentó en febrero de 2020 por razones migratorias, a las que en junio se sumó como causa el manejo de la crisis de Covid-19 en el estado. En enero de este año la campaña alcanzó el millón de votos requerido para ser procedente. Un millón de votantes cuando al 19 de octubre de 2020 se habían registrado para votar en la elección general de noviembre más de 22 millones de personas.

Los cuestionamientos sobre la justicia de este proceso implican más. Cuando en septiembre los californianos se acerquen a las urnas tendrán que responder primero si desean que el gobernador Newsom continúe en el cargo o sea relevado. De votar por la revocación de su mandato, deberán emitir su voto por alguno de los casi 50 candidatos registrados. Los profesores Erwin Chemerinsky y Aaron S. Edlin sostienen en editorial publicado en The New York Times que este proceso debería ser inconstitucional porque no es precisamente democrático al no sostener el principio de la voluntad de la mayoría.

Explican que, con el sistema actual, “el señor Newsom puede recibir muchos más votos que cualquier otro candidato, pero aún así ser removido del cargo. Muchos se enfocan en lo injusta que es la estructura para el gobernador, pero considera en su lugar lo injusto que es para los votantes que lo apoyaron.

“Imagina que 10 millones personas votan en la elección de revocación y 5,000,001 votan para remover al gobernador Newsom, mientras que 4,999,999 votan para que se quede en el cargo. Entonces será removido y será el nuevo gobernador cualquiera de los candidatos que reciba más votos en la segunda pregunta. En una encuesta reciente, Larry Elder, el anfitrión de un talk show, iba a la cabeza con el 18 por ciento entre los casi 50 candidatos en la papeleta. Con 10 millones de personas votando, el señor Elder recibiría los votos de 1.8 millones de personas. El señor Newsom habría recibido el apoyo de casi tres veces más votantes, pero el señor Elder se convertiría en gobernador.” Hay que señalar que Gavin Newsom no aparece en la boleta como candidato.

Muchos californianos pueden sentir que no hay motivos suficientes para remover del cargo al gobernador Newsom, pero ese tema ya no es discutible. Muchos de estos californianos que apoyan al gobernador pueden sentir que no hay necesidad de salir a votar porque están en contra de la revocación, pero si no lo hacen permitirán que los que están a favor ganen por un porcentaje mínimo de votos emitidos y que con todavía un menor porcentaje otra persona se convierta en gobernador. Por ello la campaña de apoyo es para invitar a las personas a votar en contra de la revocación.

No solo esta experiencia en California, sino las que ha vivido Perú en las que los procesos de revocación de mandato antes de la reforma del 2015 incluso se vendían en “kits” con las formas de petición ya hechas para facilitar el proceso, son muestra de que no todo lo que parece ser democrático lo es, porque muchas veces no se trata de lo que quiere la mayoría sino de lo que una minoría mayoritaria elige.

Más información revistas.uexternado.edu.co /nytimes.com

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