El gobierno de México demanda a fabricantes de armas por comercio negligente lo que también implica la salud pública
La semana pasada, la Secretaría de Relaciones Exteriores dio a conocer el inicio de un litigio estratégico en los tribunales de los Estados Unidos respecto de las prácticas de comercialización negligentes de fabricantes y distribuidores de armas en ese país, pidiendo que México sea compensado por los daños que han ocasionado.
Se trata de una acción que no es en contra del gobierno federal de los Estados Unidos ni de los estados, sino que apunta directamente a las fabricantes de armas, pidiendo, además de la compensación por daños, que incorporen mecanismos de seguridad en sus armas para prevenir que sean usadas por personas no autorizadas o vinculadas a la delincuencia; que paguen los estudios, los programas, las campañas en medios y otros eventos enfocados a combatir el tráfico ilícito y que cesen de inmediato las prácticas negligentes que ocasionan daño y muertes en nuestro país.
Como lo mencionó en conferencia de prensa el abogado Steve Shadowen, de la firma Hilliard & Shadowen, se trata de “un litigio estratégico para dar cuenta de lo que no se ha hecho en materia de tráfico de armas, por lo que vale la pena destacar las áreas de oportunidad, como la responsabilidad de los productores y distribuidores de armas, toda vez que ellos cuentan con información y datos en tiempo real respecto a quiénes están comprando las armas y en dónde’”.
La venta y distribución de armas es un tema de facultad estatal en los Estados Unidos. Ante la falta de una regulación más estricta de este comercio, quienes han sufrido daños por el comercio de armas han estado intentando en fechas recientes que las empresas se responsabilicen más por sus actos. Por ejemplo, en junio del 2020 se presentó a la Comisión Federal de Comercio de los estados Unidos, FTC por sus siglas en inglés, una queja en contra de la publicidad de la fabricante de armas Smith & Wesson, a la que acusan de ser engañosa. Esta queja fue presentada por dos grupos que abogan por la seguridad en la venta de armas y el papá de una adolescente asesinada durante el ataque a la escuela secundaria de Parkland, Florida. Se trata de una estrategia legal novedosa, probablemente destinada al fracaso, pero que ha servido para llevar los reflectores a este tema.
Las consecuencias nefastas del tráfico ilegal de armas en nuestro país es más que conocida. Todos, directa o indirectamente, somos víctimas de la violencia, pero esta vez propongo abordar este tema desde otro punto de vista que tiene que ver con la salud pública y los problemas sociales.
La semana pasada se publicó el extracto de una investigación del psicólogo Ted Schwaba de la Universidad de Austin en la que explica que, tras un estudio realizado en 1,5 millones de personas en Estados Unidos y Europa, los niños que crecen en lugares con mayor contaminación por plomo crecen para ser adultos menos concienzudos, menos agradables y, en algunos casos más neuróticos.
Desde hace años se ha sabido que esta alta exposición al plomo tiene dañinos efectos en el desarrollo de los cerebros de los niños y ocasiona enfermedades mentales y problemas de comportamiento, es decir, una mayor propensión a actividades criminales, un factor que pocas veces se toma en consideración al diseñar políticas públicas. Ahora se sabe que también incide en la personalidad.
Es cierto que este estudio se hizo en relación con la exposición al plomo en las gasolinas, pero el extracto se ha publicado casi al mismo tiempo que otro estudio relacionado que se hizo en el estado de Massachussets y en el que se concluye que en las comunidades en donde hay mayor licencia de uso de armas, los niños tienen una probabilidad significativamente mayor de tener niveles peligrosamente altos de plomo en la sangre en comparación con los niños que viven en comunidades con menos licencias de arma. Se trata de un estudio realizado por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard.
“Descubrimos que por encima de otras fuentes de exposición (plomo en la pintura, plomo en el agua, variables económicas que tradicionalmente se asocian con un mayor riesgo de exposición al plomo), la presencia de armas de fuego en una comunidad era el factor de mayor riesgo de exposición al plomo en los niños”, dijo Christian Hoover, quien encabezó el estudio. “Todos entendemos lo peligroso que es el plomo y hemos trabajado para superar los riesgos del plomo eliminándolo en la pintura y en la gasolina. Nos gusta pensar que nuestros hijos están a salvo del plomo. Pero creo que este hallazgo abre ese caso nuevamente".
Los investigadores señalan que cada vez que alguien dispara un arma de fuego, partículas de plomo se adhieren a su ropa y son transferidas a su entorno como el vehículo y hogar, hasta los niños.
Así, los daños por el tráfico ilegal de armas a México no solo se refieren a las muertes que se han causado; también pasa por la salud de los niños en las comunidades donde los niveles de violencia son más altos y por esos niños creciendo menos adaptados a la sociedad y con una mayor propensión a una conducta delictiva.
La demanda que se ha presentado pretende abrir una brecha en un camino que no se ha transitado, pero que es importante porque el tráfico de armas además de las vidas que la violencia se ha cobrado, implica la salud mental y psicológica de los futuros adultos en este país.
Bárbara Amaro
Miabogadoenlinea.net
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