Gracias a un esquema de cohesión social, Bután ha logrado vacunar a más de la mitad de la población en 16 días
Bután, un pequeño país enclavado en la Cordillera del Himalaya entre la India y China, el país que mide el Producto Interno de Felicidad, ha logrado vacunar en solo 16 días al 93 por ciento de los adultos mayores y a casi el 62 por ciento de su población total de 800,000 personas. Es el segundo país con mayor porcentaje de vacunación, rebasado solo por las Islas Seychelles que ha vacunado ya al 66 por ciento de su población.
Sin duda, un éxito en el esquema de vacunación. Si bien la pequeña monarquía budista decidió retrasar dos meses el inicio de la vacunación después de haber recibido de la India las primeras 150,000 dosis de la vacuna Astra-Zeneca para que coincidiera con una auspiciosa fecha budista, el éxito no se puede atribuir a la fecha, sino a la cooperación de la población.
De Bután se escucha muy poco. Es una empobrecida nación que, sin embargo, no deja a nadie atrás. Por su filosofía budista basada en la compasión, la ayuda mutua prevalece y de ahí que el monarca se jacte de que miden su riqueza no en términos económicos sino de felicidad o satisfacción.
Desde 2008 el país se convirtió en una monarquía constitucional con la expedición de su primera Constitución. Desde entonces ha ido construyendo un sistema legal y judicial occidentalizado, de tal forma que no fue sino hasta 2016 cuando fundó la primera escuela de Derecho para formar abogados que litigaran. Antes de la implantación del sistema judicial, las controversias se resolvían por la persona más anciana o respetada de la comunidad con la finalidad de restablecer el equilibrio y no de castigar.
Con el inicio de la pandemia la forma de vida en Bután, como en el resto del mundo, cambió. Sin embargo, en el pequeño país la sociedad se organizó para ayudar a quienes más lo necesitaban y pronto empezaron a cumplir con las disposiciones sanitarias de uso de cubrebocas, sana distancia y el menor contacto social posible. Gracias a esta solidaridad social, el país ha reportado 910 contagios y solo un fallecimiento.
La vacunación masiva empezó el 27 de marzo y fue gracias a la organización social en el sistema de voluntarios, conocidos como Dessuupps que se traduce como guardianes de la paz, que en tan poco tiempo han logrado vacunar a más de la mitad de la población. El sistema de voluntariado fue establecido en 2011 con el objetivo de asistir a la población durante desastres, organizar actos de ayuda y mantener el orden durante festivales y eventos masivos, fomentando valores de amistad, lealtad, unidad y armonía. Hasta febrero de 2020, 4,457 butaneses habían sido entrenados como Dessuups.
Es cierto, Bután es una nación de menos de un millón de habitantes y, aparentemente, naciones más pequeñas son más manejables. Pero no pasemos por alto que ha sido la cohesión social la que ha ayudado a que hoy los butaneses estén más protegidos contra COVID-19 que los israelís, estadounidenses o británicos, los tres países “desarrollados” que han vacunado a un mayor porcentaje de la población.
México va rezagado en la vacunación, es cierto, pero por lo menos la vacunación ya ha iniciado y es una ventaja con la que muchas naciones todavía no cuentan. Quienes ya fueron vacunados noten que son privilegiados, que hay millones de personas que no cuentan con esa protección. Noten que los esquemas están favoreciendo a sectores de la población por encima de la juventud que siente que ha perdido ya un año de formación universitaria por la aparición de la enfermedad y que están cerca de sumar otro año por el lento ritmo de la vacunación.
Notemos también que el asunto de las fechas de aplicación de las segundas dosis fueron establecidas por los laboratorios sin un sustento científico claro de tal forma que los epidemiólogos están proponiendo que el objetivo debe ser vacunar a la mayor parte de la población y dejar esas segundas dosis para después.
Desde que empezó la pandemia el momento de ver unos por los otros se presentó claramente, pero hemos dejado pasar la oportunidad de mejorarnos como seres humanos ayudando a los demás y, en su lugar, estamos ensalzando el individualismo a costa de nuestra propia salud (más vacunación significa menos riesgo para todos). Está de más decir que la vacunación disminuye el riesgo de contagio, pero no lo elimina totalmente.
Así que dejemos de saturar al ya saturado sistema judicial con amparos que exigen que YO sea vacunada antes, porque YO soy más importante que tú y que los demás y, en su lugar, empecemos a colaborar con las reglas básicas de solidaridad que esta pandemia nos ha exigido desde el inicio. Ningún gobierno está pudiendo cuando no está contando con la ayuda y colaboración de los habitantes.
Si ya tienes la vacuna, eres privilegiada, privilegiado; ayuda a que pronto ese privilegio deje de ser de unos cuantos y sea de la mayoría, si no uniéndote al voluntariado, por lo menos, dejando de poner el pie.
Vamos retrasados en la tarea de solidarizarnos, pero estamos todavía a tiempo de hacerlo.
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