Comida y bebida chatarra

Estudio indica que la mayoría de las escuelas en el país siguen vendiendo alimentos chatarra y bebidas azucaradas

Empezó un ciclo escolar más, y en medio de las ácidas discusiones por los libros de texto, otro tema de gran importancia está pasando desapercibido para padres, madres de familia y el gobierno. Me refiero al asunto de la alimentación de los estudiantes con la continua venta de comida chatarra en las escuelas y las consecuencias de ello en la salud de niñas, niños y jóvenes.

Son ya varios años en lo que se ha estado llamando la atención de las diferentes administraciones sobre el problema de la comida chatarra dentro de las escuelas, sin que hasta la fecha se haya llegado a disposiciones que con todas sus letras prohíban su venta, privilegiando los intereses de la industria de la “alimentación”.

Los hallazgos en la investigación de la venta de comida chatarra en las escuelas nos ayudan a entender la magnitud del problema. A través de la plataforma Mi Escuela Saludable, El Poder del Consumidor y la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) realizaron un ejercicio de vigilancia ciudadana a nivel nacional durante el ciclo escolar 2022-2023, periodo en el que se recibieron un total de 13,432 reportes a 9,381 escuelas del país. De estas escuelas, el 97.3% sigue vendiendo comida chatarra y el 74.7% bebidas azucaradas, incumpliendo la ley y las reglas que se han dictado.

El artículo 75 de la Ley General de Educación señala:

"La Secretaría, mediante disposiciones de carácter general que se publiquen en el Diario Oficial de la Federación y sin perjuicio del cumplimiento de otras disposiciones que resulten aplicables, establecerá los lineamientos a que deberán sujetarse la distribución de los alimentos y bebidas preparados y procesados, dentro de toda escuela, en cuya elaboración se cumplirán los criterios nutrimentales que para tal efecto determine la Secretaría de Salud.

“Estas disposiciones de carácter general comprenderán las regulaciones que prohíban los alimentos que no favorezcan la salud de los educandos y fomenten aquellos alimentos con mayor valor nutritivo.

“Las autoridades educativas promoverán ante las autoridades correspondientes, la prohibición de la venta de alimentos con bajo valor nutritivo y alto contenido calórico en las inmediaciones de los planteles escolares.

“La Secretaría establecerá las bases para fomentar estilos de vida saludables que prevengan, atiendan y contrarresten, en su caso, el sobrepeso y la obesidad entre los educandos, como la activación física, el deporte escolar, la educación física, los buenos hábitos nutricionales, entre otros. En materia de la promoción de la salud escolar, la Secretaría considerará las Normas Oficiales Mexicanas que al efecto emita la Secretaría de Salud.

“Las cooperativas que funcionen con la participación de la comunidad educativa tendrán un compromiso para fomentar estilos de vida saludables en la alimentación de los educandos y su operación será con apego a los lineamientos que establezca la Secretaría y a las demás disposiciones aplicables.”

Pese a que la citada ley es de reciente expedición, 2019, por no abordar con suficiente firmeza el problema de la salud de las y los estudiantes, se han presentado diferentes propuestas de reforma que procuran fortalecer las disposiciones. Una de estas reformas fue aprobada en el Senado y otra en la Cámara de Diputados, aunque ninguna por ambas Cámaras, lo que significa que la decidida protección a la salud de niñas, niños y adolescentes en edad escolar sigue siendo una aspiración.

De acuerdo con los estudios realizados por El Poder del Consumidor y la Redim, “[l]a obesidad infantil no sólo afecta la calidad de vida, la educación, la salud física y mental, también tiene consecuencias económicas, puesto que su atención asciende a más de $650 mil millones de pesos anuales, es decir, de no realizar acciones urgentes para revertirlo nos destina a la muerte, enfermedad prematura y una catástrofe económica y social para el país.

“Hoy, cerca de 4 millones de niñas y niños en edad escolar viven con obesidad infantil y las escuelas son parte del problema: tan sólo en un día escolar cada alumno consume tres productos chatarra que suman más de 550 calorías, provocando aumento de peso y el riesgo de desarrollar diabetes a lo largo de su vida.”

Si la salud individual de cada niña, niño y adolescente parece no afectarnos por no incidir directamente en nuestras vidas, quizá las cifras económicas alerten un poco más a quienes no se han posicionado sobre el tema.

Al respecto, Mauro Brero, jefe de Nutrición en Unicef México, declaró: “El sobrepeso y la obesidad infantil representarán una fuerte carga para la economía y el desarrollo nacional estimada en 42 billones de pesos para los siguientes 65 años.”

¿Cuál es la solución? Una regulación más estricta en las leyes y una mayor vigilancia al cumplimiento de las disposiciones que se han emitido respecto de los alimentos que se pueden vender en las escuelas. Esto incluye la instalación de bebederos de agua y la venta de frutas y verduras, no como puntada del mes, sino como una constante del día a día.

Estas acciones no deben ser aisladas. Junto con el reforzamiento de la lactancia materna y la saludable alimentación de madres gestantes y bebés desde el principio de sus vidas, y la prohibición de venta de estos alimentos a niñas y niños en las tiendas, es posible revertir los catastróficos daños a la salud pública que no está costando sufrimiento a muchos y dinero a todos.

Más información elpoderdelconsumidor.org

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