En octubre del año pasado, una mujer de nacionalidad británica fue detenida en la isla de Laos por contrabando de heroína y recluida en una prisión. En espera de su juicio, esta mujer quedó embarazada en diciembre pasado y debido a su condición especial y a que la pena por su delito es la pena de muerte, las autoridades británicas intercedieron a su favor vía diplomática.
A su favor también actuó una asociación legal para proporcionarle asistencia jurídica en vista de que Samantha Orobator, la acusada, no tenía representación legal.
A esta mujer la acusaron de poseer 680 grs. de heroína, lo que excede el máximo permitido en aquel país de 500 grs. y que lo convierte en un delito sancionado con la pena capital.
Inicialmente Orobator declaró que la droga no era suya, pero durante su juicio, que duró tres horas y que se verificó el 3 de junio, se declaró culpable de querer llevar la droga hacia Australia.
En vista de su embarazo, las autoridades judiciales de Laos conmutaron la pena de la muerte a cadena perpetua en el entendido de que la pena capital no se aplica a mujeres embarazadas.
Orobator tiene 21 días para apelar la sentencia y no se sabe si hará uso de ese derecho. Tiene una segunda opción que es solicitar el traslado a una cárcel británica para cumplir ahí su sentencia. Esto en el marco de un acuerdo firmado entre el Reino Unido y Laos para el traslado de prisioneros firmado recientemente. De ser así, tendrá que cumplir su sentencia tal y como fue dictada en Laos, sin la capacidad de apelar ante el poder judicial de su país. La asociación legal que la representa declaró que solicitará esta opción y se prevé que su traslado suceda antes de dos semanas ya que no hay razón para demorar el traslado. De ser así su hijo nacerá en suelo británico y quedará sujeto a las leyes británicas.
El caso de esta mujer y el de Michelle Palmer ejemplifican la diversas de sistemas jurídicos y la necesidad de ajustarse a las leyes y normas de cada país, aunque a algunos les parezcan absurdas. Probablemente la cantidad de droga que llevaba Orobator ameritaba una sanción de algunos años en la cárcel, pero en Laos estuvo a punto de costarle la vida, que le salvó su hijo no nacido, y que le costará una larga vida en prisión tomando en consideración de que tiene 20 años.
Fuente BBC News