El caso de forest boy, el niño que llegó del bosque y que mantuvo en vilo a Berlín por desconocer el origen de esta persona, llegó a su fin este martes cuando la corte que revisaba su caso por fraude desechó los cargos a cambio del cumplimiento de servicio comunitario.

 

Se trata del caso de Ray, quien apareció vagando por las calles de Berlín en septiembre de 2011 y quien dijo tener 17 años, no conocer su apellido y haber vivido con su padre en el bosque durante cinco años.

 

En su momento Ray declaró haber nacido el 20 de junio de 1994 y que su madre había muerto en un accidente automovilístico cuando tenía doce años, momento en que su padre y él se fueron a vivir al bosque, donde pernoctaban en una tienda de campaña o en cuevas. Relató que durante ese tiempo no tuvo contacto con la civilización, sino hasta el fallecimiento de su padre, a quien enterró en el bosque, después de lo cual vagó cinco días hasta llegar a Berlín.

 

La policía de Berlín comparó su información genética con la de las personas reportadas como perdidas y envió la información a Interpol para que revisaran los reportes internacionales de personas perdidas, pero durante once meses no se supo de los orígenes de Ray quien permaneció al cuidado de la autoridad de protección del menor.

 

Fue hasta junio de 2012 cuando la fotografía de este misterioso joven se publicó en diferentes medios internacionales que se supo la verdad sobre Ray: su nombre verdadero es Robin v.H., es originario de Hengelo, Holanda, tiene 20 años y urdió esta mentira huyendo de problemas personales.

 

Conocida la identidad de forest boy, las autoridades de protección de menores de Berlín presentaron cargos en su contra por fraude, reclamando haber gastado en él 30,000 euros, ($40,500 dólares) de su presupuesto cuando no se trataba de un menor de edad.

 

La corte en Berlín, sin embargo, decidió retirar los cargos en contra de Robin porque señalan que si se hubiera presentado como un indigente de todas formas hubiera quedado bajo la protección de un programa de gobierno y se hubiera tenido que invertir una cantidad similar de dinero en su manutención. Pero el juez decidió no dejarlo sin sanción y lo sentenció a 150 horas de trabajo a favor de la comunidad, terminado el cual se borrará de su expediente este antecedente penal.

 

Robin no ha hablado a los medios y lo poco que se conoce de él ha salido a la luz por el juicio, pero quizá en un futuro no muy lejano se decida a contar toda su historia.

 

 

Más información Spiegel.de

 

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