Los movimientos sociales en el norte de África han tenido repercusiones directas también en Europa, principalmente en Italia a donde han llegado más de 25,000 personas exiliadas de Libia y Túnez, preponderantemente, y a quienes el gobierno italiano ha concedido permisos temporales de viaje.
Debido a la existencia del Tratado de Schengen, esos permisos de viaje han repercutido en otros países como Francia, por la apertura de fronteras entre los países firmantes, lo que ha producido tensiones diplomáticas entre ambos países después de que Francia cerrara temporalmente sus fronteras a los trenes italianos para impedir a su vez la llegada a su territorio de los inmigrantes africanos.
El espacio Schengen, cubierto por el Tratado del mismo nombre, representa el territorio en que está garantizada la libre circulación de las personas. Los Estados que firmaron el Tratado han suprimido todas las fronteras interiores y en su lugar han establecido una única frontera exterior, dentro de la cual se aplican procedimientos y normas comunes en lo referente a los visados para estancias cortas, las solicitudes de asilo y los controles fronterizos.
El Tratado también establece un sistema de cooperación y coordinación entre los sistemas policiales y las autoridades judiciales para garantizar la seguridad dentro del espacio Schengen.
El Tratado fue firmado originalmente en 1985 entre cinco naciones, Francia, Alemania, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos y debe su nombre a la ciudad luxemburguesa donde se firmaron los primeros acuerdos. Pese a que es un protocolo que se incorporó al marco jurídico e institucional de la Unión Europea, no todos los países son miembros de pleno derecho del espacio Schengen por no llenar las condiciones requeridas para suprimir las fronteras.
En una reciente reunión sostenida en Roma entre el presidente francés Nicolás Sarkozy y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, ambos países llegaron al acuerdo de impulsar ciertos cambios al Tratado Schengen a fin de que los países puedan reaccionar frente a circunstancias extraordinarias como la migración de los miles de africanos.
No es la primera vez que Francia se ve proteccionista de su territorio. El año pasado manifestó su desacuerdo con el libre tránsito de ciudadanos de la Unión, al haber expulsado a cientos de gitanos de su territorio sobre la base de que representaban un peligro a la salud pública y a la seguridad de su territorio.
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