En los Estados Unidos, la tribu india Havasupai, localizada en el Gran Cañón, en el estado de Arizona, ganó una disputa en contra de un equipo de genetistas de la Universidad de Arizona por haber hecho mal uso de sus muestras de ADN.
La Universidad de Arizona, después de haber invertido 1.7 millones de dólares en recursos legales para defenderse de diferentes demandas interpuestas en los últimos 7 años por miembros de la tribu, acordó con 41 de ellos pagarles $700,000 dólares, regresarles las muestras de sangre colectadas y prestar otras formas de asistencia a los Havasupai, como la construcción de una clínica.
El asunto se originó en 1990 cuando miembros de la tribu accedieron a entregar muestras de sangre a fin de que se hicieran estudios sobre la diabetes tipo 2 que empezó a aquejarlos, a fin de conocer si su origen era genético. Los más de 150 pacientes que entregaron muestras firmaron un documento de consentimiento en donde permitían que se hicieran pruebas para conocer enfermedades físicas o psicológicas.
La doctora encargada del proyecto en ese momento, además de investigar sobre la diabetes, utilizó las muestras para hacer estudios sobre la esquizofrenia, y declara que expuso a los miembros de la tribu que su sangre sería analizada para este proyecto.
Pero acabado el proyecto, las muestras de sangre quedaron congeladas y a disposición de cualquier otro investigador para efectuar cualquier tipo de estudio, lo cual fue del desagrado de la tribu para quienes la sangre es un elemento sagrado.
Entre los estudios genéticos hubo uno en que se concluyó que los Havasupai proceden de las tribus asiáticas que cruzaron por el estrecho de Bering, lo cual contradice las creencias y tradiciones de la propia tribu, siendo este estudio en particular el que los llevó a los tribunales.
La tribu argumentó que de acuerdo con sus creencias, ellos se originaron en el Gran Cañón, y por eso son los protectores de esta reserva natural y que establecer lo contrario niega sus derechos originarios sobre esas propiedades.
La orden para prohibir a los empleados de la Universidad de Arizona la entrada a su territorio no prosperó, pero el acuerdo al que llegaron con la propia Universidad es importante porque es la primera vez que se reconocen plenamente los derechos de las personas que prestan muestras para estudios genéticos y la violación de sus derechos al no ser informados claramente del alcance de las investigaciones.
Esta situación no ha sido del agrado de los investigadores ya que se pone en entredicho la libertad en las investigaciones puesto que ahora suponen que se debe dar todo detalle de cada una de las investigaciones que se realizarán con esas muestras.
Debido al acuerdo, ya se entregaron las muestras de sangre que estaban en poder de la Universidad, las cuales fueron recibidas mediante un rito de la tribu y se espera que próximamente se repartan entre los 41 demandantes los $700,000 dólares acordados.
Fuente The New York Times
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