Lápida R.I.P.

Aspectos legales en torno de la situación de la mujer ecuatoriana que fue declarada muerta, luego viva y otra vez fallecida

El 16 de junio se confirmó la muerte de una mujer ecuatoriana, Bella Montoya, de 76 años, cuya historia trascendió a titulares internacionales cuando durante su primer funeral golpeó el ataúd en el que estaba, alertando a los asistentes de que estaba viva.

Bella Montoya no es la primera persona en ser declarada muerta estando viva y, probablemente, tampoco será la última. Fue declarada legalmente muerta el 9 de junio por un médico del hospital de Babahoyo, Ecuador, en donde estaba ingresada. Según información del Ministerio de Salud, ella ingresó al hospital con un “diagnóstico presuntivo de accidente cerebro vascular y tuvo un paro cardiorrespiratorio sin responder a las maniobras de reanimación, por lo que el médico de turno confirmó su deceso”.

A partir de esa declaración se emitió el acta de defunción, necesaria para el traslado del cadáver a un lugar de servicios funerarios para su consecuente sepultura o cremación.

Como parte de la preparación de un cuerpo para el velatorio, se inyecta formol en las venas para ayudar a la conservación del cadáver. En el caso de la señora Montoya, este procedimiento no se realizó porque no había luz en la funeraria.

Tras haber permanecido unas cinco horas dentro del ataúd, los asistentes al velorio escucharon toques en la caja. Después de abrirla y constatar que Bella Montoya estaba viva, llamaron a los servicios de emergencia y la mujer fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos del hospital en que fue declarada muerta, para ser médicamente tratada.

Independientemente del procedimiento médico que se siguió, legalmente se presentó personal del Registro Civil para anular el acta de defunción y volver a certificar que se trataba de una persona viva. Para ello se tomaron sus huellas dactilares y se solicitó un informe al Ministerio de Salud. Además, se informó que a medida que fuera mejorando, se crearía una brigada solidaria para renovarle la cédula de identidad, documento indispensable de identificación.

Estas acciones fueron necesarias, entre otras, para que la mujer conservara las prestaciones que le otorga el gobierno ecuatoriano para sobrevivir.

Al final, no será necesario renovar la cédula de identidad, pues las autoridades del Ministerio de Salud confirmaron el viernes 16 el fallecimiento de Bella Montoya, a quien se hizo una autopsia para determinar la causa de la muerte y ya se expidió una nueva acta de defunción, esta vez sin posibilidad de que siga viva.

Para determinar las responsabilidades del caso respecto de la primera certificación de la defunción, el Ministerio de Salud ecuatoriano anunció que el Comité de Auditoría Médica está investigando el caso.

Probablemente el único hijo sobreviviente de Bella Montoya, Gilbert Barbera, ya esté recibiendo asesoría legal para una posible demanda al médico, al hospital y al Ministerio de Salud por los daños y perjuicios que la equivocada certificación de la muerte tuvieron respecto de la salud de su madre, así como de su salud emocional. Ya veremos en qué termina este asunto.

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