Un tribunal laboral de Berlín, Alemania, falló a favor de una trabajadora búlgara que en 2015 estuvo al cuidado de una nonagenaria paciente estando disponible las veinticuatro horas del día, pero ganando el sueldo de un trabajo de seis horas al día.
El caso, uno de los muy pocos que ha sido presentado por trabajadores de Europa del Este por abuso laboral, fue presentado por Dobrina, una mujer de 69 años originaria de Bulgaria, con el apoyo del sindicato DGB que representa a personal que cuida de pacientes y ancianos.
En 2015, Dobrina fue contratada, a través de una agencia de empleo en Bulgaria, por una familia alemana para cuidar de una mujer de más de 90 años. Sus responsabilidades incluían cocinar, limpiar la cocina, planchar la ropa de la paciente, atenderla en sus medicamentos, ir de compras, acompañar a la paciente al médico o por un café y ver con ella la televisión por las tardes. Tenía que estar disponible también por la noche cuando se levantaba para dar medicamentos o cambiar la ropa de la mujer.
Fue contratada para prestar un trabajo de seis horas durante seis días a la semana con un salario mensual neto de 950 euros. El tribunal de primera instancia concluyó que el pago no fue justo porque ella estaba disponible todo el día y que como tal el salario que se le debió haber pagado era el mínimo para las personas disponibles las 24 horas del día por lo que la agencia que la empleó le debe unos 42,000 euros. Se trata de una decisión que fue apelada por la empleadora.
El caso de Dobrina no es excepcional ya que son muchas las personas, particularmente mujeres, que llegan de Europa del Este a trabajar a Alemania como cuidadoras sin conocer sus derechos y ganando un sueldo mucho menor al que les corresponde. Según Justyna Oblacewicz de DGB quienes están ganando el dinero son las agencias intermediarias.
“Estamos muy contentos de que alguien finalmente haya tenido el valor de ir al tribunal”, declaró Oblacewicz, explicando que pese a que se calcula que trabajadoras de Europa del este cuidan de unos 300,000 alemanes en sus hogares con historias semejantes a las de Dobrina, muy pocas se animan a exigir sus derechos por miedo de represalias o simplemente porque los desconocen. La barrera del idioma juega también un papel importante.
Se trata de un esquema de contratación en el que intervienen dos agencias, una alemana contratada por la familia que necesita de la asistente, y la del otro país que pone en contacto a la trabajadora con la familia. Un esquema de negocios que no es vigilado ni regulado por el estado alemán y que está dando pie a este tipo de abusos. Se trata de una situación semejante a la denunciada en Noruega respecto de las niñeras del sistema au-pair. “Nos queda claro que muchos de los que contratan au-pair en Noruega están buscando una sirvienta barata”, declaró en su momento un líder sindical sobre el tema.
El proceso de apelación del caso de Dobrina empezó el 16 de julio. Ella lo está siguiendo desde su casa en Nessebar, Bulgaria, con una cauta expectativa. “Quiero mostrar a mis colegas y a todos los demás que no solo tenemos obligaciones, también tenemos derechos y debemos defenderlos”, declaró a medios de su país, explicando que de ganar, el dinero que le entreguen lo va invertir en la educación de sus nietos para que no tengan que tomar empleos mal pagados en Europa Occidental.
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