Al resolver dos apelaciones, la Suprema Corte de la República de Irlanda revisó la defensa de provocación y del “orgullo masculino herido”, estableciendo parámetros más altos para poder presentar esta defensa en casos de lesiones u homicidios.
La decisión del panel de cinco jueces fue presentada por el magistrado Peter Charleton respecto de la revisión de dos apelaciones, la primera presentada por el motociclista Alan McNamara en contra de la condena por el homicidio del motociclista de un club rival en el condado de Limerick.
En este caso, McNamara, de 52 años, fue encontrado culpable en 2017 del homicidio de Andrew O’Donoghue, contra quien disparó un arma de fuego en 2015. McNamara negó el homicidio y su apelación se presentó con el argumento de que el jurado se equivocó al negarle la defensa de provocación.
Según el apelante, fue provocado por un ataque hacia él y su esposa al salir de un bar por miembros del club de motociclistas rival que le reclamaron que estaba en “su territorio”. Tres miembros de este club lo siguieron y le hicieron amenazas de muerte, pero la víctima no estuvo presente en ninguno de estos dos incidentes.
Al negar la petición de que el caso regresara a un juicio con jurado para exponer la defensa de provocación, el juez Charleton dijo que McNamara tuvo tiempo para contener sus emociones y buscar medios legales frente a las amenazas, como presentar una denuncia a la policía, por lo que no existen bases legales en su caso para presentar la defensa de provocación.
También señaló que ponderar la provocación en este caso no sería adecuado considerando en este contexto que una persona ordinaria, de la misma edad, sexo y sin enfermedades mentales y de una inteligencia promedio “pudiera perder el autocontrol al grado de disparar a alguien en la cara con una escopeta recortada.” Además de que la víctima no estuvo presente en ninguno de los incidentes de “provocación” y solo pertenecía al club rival.
En este caso se estableció que los jueces deben filtrar las defensas de provocación de tal forma que solo aquellos casos que tengan “un aire de realidad” se puedan exponer a un jurado.
La segunda apelación fue presentada por Zoltan Amasi sentenciado por el homicidio en 2014 de Joseph Dunne. En este caso, Joseph Dunne golpeó la camioneta de Amasi que estaba estacionada y Amasi lo persiguió con un bate y le golpeó la cabeza. Dunne, de 20 años, murió por el golpe, pero Amasi dijo que su intención no fue golpearlo y que fue un accidente.
En este caso se permitió que el caso fuera repuesto ante jurado al considerarse que se excluyó cierta evidencia del proceso y que existió un “evento provocador” por el ataque de la víctima al vehículo. Aunque el desarrollo de los eventos posteriores fue “completamente lamentable”, después de la provocación no hubo una pausa y existe un “aire de realidad” respecto de la defensa de provocación, asunto que debe ser considerado por un jurado.
Considerando estos dos casos y la procedencia de la defensa de provocación, los jueces de la Suprema Corte irlandesa concluyeron que para presentarla la comparación debe ser hecha con el nivel de restricción que una persona ordinaria en las mismas condiciones ejercería, añadiendo que la provocación debe ser “seria” y que “insultos triviales” no deben ser considerados como tal.
De esta forma, el acto de provocación, por acción o “insulto grave”, tiene que presentarse “fuera de los límites de cualquier interacción ordinaria aceptable en nuestra sociedad”.
Respecto del caso de McNamara concluyeron que la provocación no puede ser solamente una venganza de pandillas “envuelta en nociones de honor” ni de ideas “inaceptables” como una conducta sexual o romántica apropiada de un hombre o una mujer.
“Las mujeres deben tener el mismo derecho que los hombres no solo a decir que no a propuestas sexuales, sino a dejar a aquellos con los que aparentemente está comprometida y buscar la felicidad en otra parte sin estar atrapada en una situación en donde la violencia puede incluso parcialmente excluir el homicidio”, con lo que se hace más estricto presentar esta defensa de provocación por el “orgullo masculino herido”.
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