El banco australiano NAB está siendo demandado ante una Corte Federal de Circuito australiana por Daniel Stuart, un joven de 25 años que durante un año trabajó en el banco, pero que no recibió salario por supuestamente estar bajo un programa universitario.
Daniel Stuart explica que en 2014, siendo estudiante de la Universidad Swinburne en Melbourne, aplicó por una plaza en el programa Aprendizaje Basado en la Industria, IBL por sus siglas en inglés, que la universidad describió como una oportunidad de obtener experiencia práctica en un trabajo remunerado.
Habiendo obtenido la plaza, inició a laborar en el banco en enero de 2015 como analista. Para desempeñar sus funciones el banco le entregó una laptop, le asignó una cuenta de correo electrónico, le entregó una credencial para tener acceso a las instalaciones y lo facultó para adquirir equipo para el banco, habiéndolo listado en su directorio como un empleado nivel 2.
Pero durante los doce meses que trabajó para el banco no recibió salario, ni prestaciones por lo que ahora reclama el pago de $70,290.29 dólares australianos por salario; $7,029.03 por fondo de jubilación; y, $3,514.51 por 13 días libres.
El banco se ha defendido señalando que la posición que Daniel Stuart ocupó era de colocación vocacional la cual está exceptuada de pago conforme con la Ley de Equidad en el Trabajo señalando que “los estudiantes son y permanecerán como estudiantes de la universidad en todo momento y no serán considerados como empleados, aprendices, servidores ni contratistas de NBA por razón de su participación en el programa IBL”.
El asunto es que Daniel Stuart dice que el banco entregó a la universidad $31,000 como subvención de lo trabajado por él, y que lo entregó como un “regalo”.
Para NAB ese regalo “no constituye un pago a la universidad por la colocación del estudiante” y que solo corresponde a la universidad determinar el uso de ese dinero.
Daniel explica que ese año fue una pérdida pues no recibió salario y la universidad le notificó que su ingreso a ese programa no le había reportado créditos de sus materias.
“Al final del día trabajé un año y no recibí nada de él”, declaró Daniel a los medios. “Elegí trabajar porque quería que me pagaran. Dado que sus recientes ganancias fueron de 5,500 millones de dólares, asumirías que pueden pagar apropiadamente a la gente. Fue difícil sobrevivir con unos $30,000 un año. Tuve que pagar por mis transportes al trabajo cada día, comprar ropa de trabajo y más. Fue una lucha financiera. No es una buena sensación encontrar que todos los demás están siendo remunerados apropiadamente”.
Para Andrew Stewart, profesor de derecho laboral de la Universidad de Adelaida, el caso “será una prueba fascinante de la excepción de ‘colocación vocacional’ de la Ley de Equidad en el Trabajo”.
“Presenta asuntos que nunca habían sido considerados antes, incluyendo cuándo un programa electivo puede considerarse un ‘requisito’ y cuándo la experiencia laboral realmente no se paga si deriva en un pago clasificado como ‘regalo’ por la organización anfitriona”, dijo el profesor.
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