El Tribunal Superior de Auckland, Nueva Zelanda, encontró culpable del homicidio de Jermain Ngawhau, un niño de dos años, a su abuela, Kathleen Cooper, lo que ha puesto en la mesa de debate la política de entregar la custodia de los niños que son removidos de sus hogares a la familia extendida primero.
El tribunal familiar otorgó en 2014 a Kathleen Cooper, de 65 años, la custodia de sus tres nietos, todos menores de cinco años, después de que su hija, madre de los niños, fue declarada incapaz de cuidar de ellos. Lo anterior porque conforme a la ley en la materia, Oranga Tamariki Act 1989, aplica el principio de whānau primero, es decir, de otorgar la custodia en primer lugar a miembros de la familia extendida de los menores, principalmente abuelos.
En este caso, sin embargo, la entrega de la custodia a la abuela no fue la mejor opción para el bienestar de los niños, pues la señora adicta a metanfetaminas tuvo que lidiar con el pequeño Jermain, quien tenía algún problema de comportamiento. Escalada la tensión, un día de noviembre de 2015, Kathleen Cooper empujó al niño por las escaleras. Días después el pequeño falleció en el hospital, víctima del golpe que recibió en la cabeza tras la caída.
La ley Oranga Tamariki fue recientemente reformada e inicialmente se excluyó el principio de la familia primero. Sin embargo, debido a críticas y voces en contrario, el principio se re redactó para volver a ser incluido. Originalmente establecía que la prioridad se debía dar a la familia, para disponer actualmente que se debe dar preferencia.
La reinserción del principio se hizo pese a que las cifras no son precisamente indicativas de que su aplicación siempre sea en el mejor interés de los niños. Un panel de expertos reportó que la ley no estaba funcionando: “En 2010, 23 por ciento de los niños que salieron de cuidado y regresaron con sus padres biológicos fueron abusados nuevamente y 10 por ciento de ellos que salieron del cuidado hacia el cuidado de un familiar o whānau, fue abusado nuevamente en 18 meses. En contraste, la tasa de reincidencia en el abuso es de uno por ciento de aquellos que salen del cuidado hacia lugares de no familia o no whānau”.
Lamentablemente, el homicidio de Jermain a manos de su abuela, parece demostrar lo anterior, aunque expertos aseguran que se deberá analizar el tipo de seguimiento que servicios sociales hizo de esta familia, así como de los apoyos que les fueron ofrecidos.
Mientras las autoridades y la sociedad neozelandesa debate el tema, el próximo mes el tribunal dictará la sentencia que Kathleen Cooper deberá cumplir por el homicidio de su nieto.
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