La Corte Europea de Derechos Humanos falló la semana pasada por la continuación durante esta semana del tratamiento de Charlie Gard, un bebé de 10 meses de edad con una rara enfermedad genética incurable. La Suprema Corte del Reino Unido falló por la suspensión del tratamiento del niño.
Se trata de un muy complicado caso en el que los padres de Charlie, Chris Gard y Connie Yates, se niegan a que se suspenda el tratamiento y para ello quieren llevar a su hijo a los Estados Unidos para que participe en un ensayo clínico.
Charlie tiene Síndrome de depleción del ADN mitocondrial, causante de trastornos metabólicos hereditarios, especialmente en niños, pero también en adultos. Los médicos dicen que Charlie no puede oír, moverse, llorar o tragar y que sus pulmones sólo van y arriba y abajo porque está conectado a un respirador que lo hace por él.
Los médicos tratantes opinan que el tratamiento que ofrecen a los padres en Estados Unidos es experimental y creen que el niño no tiene posibilidades de sobrevivir ni de mejorar su calidad de vida y por ello consideran que es mejor dejarlo que tenga una muerte digna.
Los padres se oponen y por ello llevaron su caso ante los tribunales británicos donde la Corte de Apelaciones confirmó el 25 de mayo la sentencia de un tribunal para que se suspenda el tratamiento. El jueves 8 de junio, la Corte Suprema rechazó el recurso presentado y confirmando la sentencia, agotándose así las instancias legales británicas. Así, el último recurso legal de estos padres es la Corte Europea de los Derechos Humanos.
Por tratarse de un caso de emergencia, el viernes pasado la Corte ordenó que, por lo menos durante esta semana se siga con el tratamiento del bebé, internado en terapia intensiva desde el pasado mes de octubre, hasta que revisen detalladamente el caso y emitan una resolución. Se trata de una medida cautelar que la Corte ha calificado de extraordinaria, por “el riesgo real de daño irreversible” que los promoventes enfrentan.
Sin duda, una muy difícil situación de la que todos podemos opinar, pero de la que sólo conocen a profundidad los padres de Charlie Gard.
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