Después del resultado de las elecciones en los Estados Unidos, una de las reacciones ante el triunfo de Donald Trump es la etiqueta #Calexit en Twitter, en referencia a una eventual salida de la Unión Americana del estado de California. El término hace referencia al Brexit, por la salida del Reino Unido de la unión Europea, sin embargo se trata de dos supuestos totalmente distintos.
Aunque la Constitución de los Estados Unidos establece normas claras para que un estado pueda ser parte de la Unión, estas no lo son en cuanto a la salida. Cuando en 2012 fue relecto Barack Obama, una petición llegó a la Casa Blanca para que Texas saliera de la Unión, pero, como era de esperarse, fue rechazada.
Y es que el asunto ya fue analizado por la Suprema Corte desde mediados del siglo XIX en el caso Texas v. White, donde el alto tribunal estableció que Estados Unidos “es una unión indestructible” de la cuál los estados no pueden separarse.
“La Unión no fue nunca una relación artificial o arbitraria. Empezó entre las Colonias, y se consolidó debido a un origen común, simpatías mutuas, principios similares, intereses parecidos y vínculos geográficos. Fue confirmada y fortalecida por las necesidades de la guerra, y recibió forma, carácter definidos y sanción en los Artículos de la Confederación. A través de estos, la Unión fue solemnemente declarada 'perpetua'. Y cuando esos Artículos resultaron inadecuados para las necesidades del país, se diseñó la Constitución 'para formar una Unión más perfecta'. Es difícil expresar la idea de unidad indisoluble con más claridad que con estas palabras. ¿Qué podría ser indisoluble si una Unión perpetua, perfeccionada, no lo es?” se lee en la sentencia.
Sin embargo, algunos consideran que existe una salida: "Cuando Texas se convirtió en uno de los Estados Unidos, ella entró en una relación indisoluble… No había lugar para la reconsideración o revocación, excepto a través de revolución o consentimiento de los Estados" esta última parte es lo que algunos consideran que puede ser la salida legal de la Unión, el consentimiento de los demás estados.
Así podría presentarse una reforma constitucional al Congreso de Estados Unidos para su salida que requeriría la aprobación de las dos terceras parte de los diputados y senadores. De aprobarse, después pasaría a las legislaturas de los 50 estados de la Unión y tendría que ser aceptada por al menos 38 estados, lo que daría cumplimiento al criterio de la Suprema Corte.
Pero se ve muy lejos que esto pueda materializarse.
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